julio 23, 2011

Él y ella. Parte Uán.

Todo empezó con una mirada, una simple mirada, que a la final resultó ser más que eso, fue el portal a la historia más insípida y controvertida en el mundo, en su mundo. Ambos universitarios estaban adentrados en su ambiente de libros, exámenes, fiestas y demás asuntos triviales y juveniles, donde todo ocurría sin pensar en un mañana y muy pocos pensaban en el futuro.
Ella era diferente, tenía un aspecto un poco desprolijo y un tanto llamativo, aunque muy acorde para su edad, poseía una colección de libros los cuales había llegado hasta al amanecer leyéndolos, disfrutando y devorando cada letra, oración, párrafo y página. Absorbiendo historias retóricas, ficticias y candentes en ciertos casos para saciar su sed de lectura e imaginación guiada por esos autores que luchaban con sus propios demonios. Estudiaba Artes y solía decir que sólo vivía por el arte, se bañaba en información acerca del mismo y colmaba su mirada contemplando aquellos cuadros de los pintores más renombrados de la historia e imaginaba cual sería la escalera que la haría ser reconocida como pintora y como artista. Encontrar ese balance de hacer lo que uno verdaderamente ama y lo que verdaderamente da dinero era difícil, tanto como ahora. Él brillaba de aquí y dónde fuera, tenía una sonrisa que alumbraba los rostros más sombríos y regalaba humor a sus pares con controversiales comentarios acerca de todo, del sol, de la luna y de las estrellas, hacía vibrar a cualquiera con su personalidad radiante y jovial.
Dos seres en nada parecido y que lo único que mantenían en común era ser universitarios, porque ni la misma carrera estudiaban. La primera mirada sucedió al mediodía, en uno de los tantos espacios abiertos de esa casa de estudios. Todos corrían desesperados a sus clases mientras otros salían más desesperados de las mismas con asignaciones hasta el cuello y demás problemas, aparte de eso, los árboles jóvenes se dejaban arrancar algunas hojas tan verdes como la misma grama, ella yacía sentada con las piernas cruzadas en uno de los bancos de concreto, siendo absorbida por una nueva historia que sus ojos leían con desespero y excitación mientras posaba una mano sobre sus demás pertenencias para saber que estaban allí y elevó su mirada un milisegundo y venía el, con cierto apuro y entretenimiento en el clima cuando descendió su mirada y ocurrió, se cruzó con la de ella como un par de espadas enemigas y cada uno se estremeció al percatarse de tal conexión, de tal atracción y se olvidaron de todo, el tiempo se detuvo casi voluntariamente  y les dio paso para entregarse mutuamente a pesar de la considerable distancia que los separaba, quedaron anonadados, estupefactos por tal encanto en el cual el primero en cortar la compenetrada mezcla fue él, salió de la ilusión y luego ella recapacito siguió leyendo, pensando en esa cosa tan hermosa y especial que solo se dio con una mirada, con un segundo.
Mientras él iba camino a la salida de la universidad seguía sin entender tal acontecimiento mental, tal vez quedo aturdido por tal fundición ocular o algo, se preguntó quién era ella y porque su mirada lo consumió de tal manera, se ahogó en tantas preguntas mientras caminaba y su mayor duda era “¿Quién coño era ella y por qué no la había visto antes?”.